Invisibles
Honduras
La presencia de un necesidad educativa
especial, (NEE, entendida como una condición diferente, no como un impedimento para aprender) no debería ser un aspecto de
discriminación negativa, la legislación actual, a nivel internacional, reconoce
el derecho universal a la educación; tanto a nivel nacional (Constitución de la
República) como internacional (Código de la Niñez y la Adolescencia, e incluso
la Declaración de Salamanca desde 1994).
La
escuela funge como un espacio de
socialización y no únicamente como un lugar para adquirir conocimientos, una
idea muy difundida en el común de las personas es que, el éxito en la escuela
depende de una calificación, de acumular
información y de “aprobar un estándar”, pero, ¿Qué sucede con aquellos que se
hallan fuera de los rangos “normales”
que la sociedad dicta? la riqueza de experiencias que se pueden obtener en un
centro educativo, no son mesurables, en el sentido de la importancia que tiene
para un niño o niña con NEE el compartir con otros niños, de ser conocido como
alguien que puede ser diferente pero no por ello, excluido de la
comunidad, tal como apunta Arce:
“las discapacidades son barreras
para la participación del alumnado con deficiencias o enfermedades crónicas.
Las discapacidades se crean en la interacción entre actitudes, acciones,
culturas, políticas y prácticas institucionales discriminatorias con las
deficiencias, el dolor o las
enfermedades crónicas” (Arce, 2008, p.270)
Es decir, que el rechazo de un niño en
una escuela, por no cumplir con el canon esperado, es un forma clara de discriminación, y la historia se
presenta una y otra vez en países de América Latina, en donde personal
administrativo y docentes de escuelas, no comprenden la importancia que reporta
para un infante en estas condiciones, el asistir a una comunidad educativa; son
innumerables las quejas de padres y madres de familia especiales, con respecto
al rechazo de sus hijos/as; “En la escuela me dijeron que no estaban preparados
para atenderlo” “Me dijeron que el próximo año
debía buscar otra escuela” y, la situación puede analizarse desde dos puntos:
siendo comprensible la situación de encontrarse ante algo nuevo, ante lo cual
no se está capacitado; y es correcto, no hay una preparación completa para
atención a la diversidad; (dentro de la preparación docente no existe un
espacio para poder brindar atención a esta población, al menos , en el caso de
Honduras, la “Educación Especial” es una carrera de pregrado, que requiere de
al menos 5 años de estudio); así como también, visto desde la perspectiva
opuesta, hay un factor que es determinante para que un niño con características
diferentes sea integrado; es la “voluntad”
de ayudar, pues, así como se han argumentado casos de docentes de escuelas
regulares que se autodenominan incapaces para atender a estos educandos,
también los hay de quienes, aún sin preparación específica, con poca
experiencia, han integrado a niños en un aula regular.
Quizá uno de los factores de más peso
para evitar que un niño con capacidades diferentes sea integrado; es no valorar
que la experiencia es positiva en ambos sentidos, para niños con NEE la experiencia de compartir con
otros niños de su edad, de formarse un rutina diaria, de interiorizar normas de
comportamiento y convenciones sociales, participar en eventos comunitarios y
culturales, etc... es tan beneficioso como para un niño con capacidades
normales que, en su convivencia con éstos llega a entender que todos somos
diferentes, que el mundo es diverso, que hay que respetar la individualidad y
habilidades de cada uno, “la segregación enseña a los niños (de las escuelas
comunes) a ser temerosos, ignorantes” (Arce, 2008, p.279) para quien no
enriquece su cotidianidad con esta vivencia,
entonces, aquellos que tienen dificultades visuales, motrices, de
audición, discapacidad intelectual, autismo, o que presentan enfermedades
crónicas incapacitantes, se vuelven “invisibles”.
El punto a discusión no es sólo
“obligar” mediante la ley a la comunidad a aceptar a un niño, porque la
historia se presenta no únicamente en escuelas, sino, hospitales, centros
culturales, comercios como restaurantes o supermercados, -incluso, los mismo
centros de rehabilitación (?)- se requiere de un trabajo arduo, para formar una conciencia, de que la condición de
“discapacidad” o NEE puede suceder a cualquiera, en cualquier momento de la
vida, y que la apertura es la clave para
iniciar la integración, y visibilizar a
una población que por décadas ha sido una de las más vulnerables.
Referencia:
Arce Guerschberg, Maricela
(2008).Soluciones Pedagógicas para el
Autismo, Qué hacer con los TGD. 1 Ed. Quilmes, Landeira, Argentina.